El proyecto de modernización fue muy desafiante por diversas razones, pero sobre todo por el hecho de que se debía preservar el edificio, de casi 70 años de antigüedad. Como al mismo tiempo se estaba construyendo una nueva nave de logística, no había espacio de almacenamiento disponible, de modo que todos los componentes de la planta se debían entregar siguiendo un calendario estricto y preciso. La capacidad del silo permitía garantizar el suministro de malta a la sala de cocción durante cinco semanas, por lo que cualquier tipo de interrupción de las rutas de transporte debía planificarse meticulosamente para evitar así alterar el suministro; todo ello fue parte de una "operación en paralelo de tecnología antigua y nueva", afirma Ehrnsperger.
"Todo debía hacerse en el momento adecuado, pues no había espacio en la planta", añade Johannes Kolb, Gerente de ventas regional de Bühler. "Enviamos los camiones cuando era necesario para que la preparación fluyera lo mejor posible, y mientras duró el proyecto, nunca se paró la producción. La confianza en un buen proyecto y la exitosa colaboración entre ambas partes fue palpable desde el primer momento".